Para el hombre corriente, todos los barcos vikingos eran drakkars. En realidad, los
escandinavos utilizaron varios tipos de embarcaciones, cuyas características se fijaban
teniendo en cuenta el uso al que estaban destinadas. Las había concebidas especialmente
para las acciones guerreras; otras, para ser utilizadas como barcos de carga. Las
exigencias técnicas no eran las mismas para los barcos destinados al cabotaje que para
los destinados a la navegación de altura.
Los textos posteriores a la era vikinga emplean un vocabulario preciso para designar los
diversos tipos de embarcaciones:
-
El término "langskip" (barco largo) designaba un barco concebido para las
expediciones guerreras. Con objeto de infundirle velocidad, en general era largo y
relativamente estrecho. Los langskips estaban dotados de bancos de remo fijos para
cuarenta o cincuenta remeros, y existía la costumbre de diferenciarlos en función del
número de bancos.
- El "karv", menos importante que el langskip, no estaba dotado de bancos de remo
fijos. Según sus dimensiones, el número de remeros variaba de seis (como el karv citado
en la Saga de Egil) a treinta y dos (como la nave de Gokstad). Los más pequeños podían
utilizarse para la navegación costera, a lo largo de las costas europeas, o en los ríos
rusos, mientras que los más grandes, como la nave de Gokstad, eran perfectamente
aptos para participar en las expediciones guerreras.
- El término "knarr" designaba una embarcación concebida para el transporte de
mercancías a largas distancias. En este tipo de barco se privilegiaba la capacidad de
transporte en detrimento de la elegancia de las líneas. Este criterio llevó a los
carpinteros de ribera a realizar navíos más anchos y de mayor capacidad que los
destinados a las expediciones guerreras.
Es probable que hubiera knarrs de diversos
tamaños, pensados para necesidades específicas. El único ejemplar encontrado hasta
ahora es una de las naves Roskilde. Es corto, (15´90m.) con relación a la anchura
(4´80). Se ha calculado que debía tener una carga bruta de quince toneladas de flete. Se
emplearon knarrs para colonizar Islandia y Groenlandia y para los viajes con destino a
Vinland. Sin embargo, los navíos construidos en la época vikinga no se emplearon únicamente
para cumplir con las tareas a las que estaban destinados, sino que parece que fueron
aprovechados en numerosas ocasiones para actividades guerreras.
El término "snekkja" o "skuta" quedaba reservado a un barco pequeño y el de "sheid", al
más pequeño de los barcos de guerra, un trece bancos.
Los descubrimientos arqueológicos, favorecidos a veces por condiciones de
conservación excepcionales, han permitido encontrar un número bastante importante de
vestigios de embarcaciones con una datación anterior o contemporánea a la era vikinga.
Estos hallazgos arqueológicos permitieron seguir el desarrollo de la construcción naval
escandinava.
Naves anteriores a la Era Vikinga.
La nave de Hjortspring fue encontrada en Dinamarca en una turbera de la isla de Als
(costa este de Jutlandia). No tiene ni quilla ni mástil, y debió ser propulsada con ayuda
de unos veinte remos, del tipo canalete o zagual. El fondo del casco está formado por
una tabla ancha y otras dos tablas a cada lado forman la tablazón. Los dos extremos
están dotados de espolones. Las tablas, poco gruesas para que sean más ligeras, están
unidas unas a otras con cuerda. Los restos de armas encontrados en las proximidades
hacen pensar que esa embarcación de concepción primitiva era una piragua de guerra.
La nave de Halsnoy, construida en pino, es la embarcación más antigua encontrada en
Noruega. En lo que respecta a la unión de las tablas, se siguió un método parecido al de
la nave de Hjortspring. La innovación reside en que las hiladas superiores del trancanil
están dotadas de escálamos, destinados a recibir los remos.
La nave de Nydam, encontrada en una turbera de Dinamarca, en el Sundevend (costa
este de Jutlandia), es muy parecida en su concepción a la nave de Halsnoy. El casco,
con la tablazón en tingladillo (en esta técnica, las tablas se cabalgan como las tejas, lo
que permite utilizar tablas más delgadas. El peso más ligero constituía una ventaja
inapreciable cuando había que sacar las naves del agua), está formado por cinco tablas
de roble a cada lado. La novedad es que están unidas con clavos de hierro, distantes
entre sí veintiocho centímetros. La propulsión estaba asegurada por treinta y seis
remeros. El barco no tiene puente y su borda es poco elevada. Desprovisto de quilla y de
vela, lo mismo que los descritos anteriormente, no era apto para la navegación de altura.
Se encuentra expuesto en el castillo de Gottorp, en la ciudad de Schleswig (Alemania).
La construcción naval escandinava dio un paso importante con la nave de Kvalsund. Por
primera vez, la embarcación está dotada de quilla y de un gobernalle. La quilla, todavía
muy primitiva, refuerza la estructura y mejora la estabilidad. Los anchos maderos de la
tablazón de las naves precedentes han sido reemplazados por hiladas más estrechas, que
proporcionan al casco mayor elasticidad. El remo de popa, utilizado hasta entonces para
timonear es reemplazado por un gobernalle fijado en la regala, a estribor, hacia la popa.
El timonel era accionado con ayuda de una barra libre, situada perpendicularmente al
eje longitudinal de al embarcación. Con ello fue posible navegar a vela en el mar.
Naves de la Era Vikinga.
Las naves de Gokstad, Tune y Oseberg, expuestas en la actualidad en la Viking Ships
Museums de Bygdoy, cerca de Oslo, fueron descubiertas a orillas del fiordo de Oslo. La
arcilla azul que las cubría en el interior de los túmulos protegió la madera, gracias a lo
cual su estado de conservación, en particular las de Gokstad y Oseberg, es excepcional.
Probablemente, fueron desarboladas a causa de su antigüedad, antes de utilizarlas como
sepulturas. El examen del casco del barco de Oseberg revela rastros de desgaste, fatiga y
reparaciones, lo que demuestra que fue utilizado durante largo tiempo.
Se lograron nuevos progresos durante los trescientos años que separan la nave de
Kvalsund de la de Gokstad. Las características que se conservaron, la elección de los
materiales y los métodos de construcción empleados permitieron realizar embarcaciones
más estables y más robustas, aptas para soportar los esfuerzos de la navegación en el
mar.
La nave de Gokstad fue construida en roble, a excepción del puente, el mástil y los
remos, que son de pino. El casco es más ancho que el de los anteriores barcos. La
proporción entre la manga y la eslora es de 0´23m., en lugar de 0´17m como la nave de
Kvalsund o de 0´14m como en la nave de Nydam. El grueso patín que hacía las veces de
quilla en la nave de Kvalsund fue reemplazado por una verdadera quilla en forma de T,
de una sola pieza.
El casco, armado en tabladillo, se compone de dieciséis tablas, entre
el "galbord" y el piso, nueve de las cuales están por debajo de la línea de flotación. Las
tablas están ajustadas sobre diecinueve cuadernas. Por debajo de la línea de flotación no
están clavadas, sino ensambladas con ayuda de las raíces de abeto. Lo que se pretendía
con eso era reducir la fatiga de la nave, permitiendo que el casco trabajase con
flexibilidad. El calafateado de las uniones se realizaba con pelo de vaca untado de brea.
Dado que la borda está más elevada por encima del agua que en las anteriores naves, los
escálamos han sido reemplazados por orificios practicados en las tablas superiores, a
cada lado, para dejar pasar los treinta y dos remos. Disponían de tapas para obstruirlos y
evitar la entrada de agua. Estaba formado por elementos amovibles, lo que permitía a la
tripulación utilizar el espacio comprendido entre las varengas y los fondos y tener
acceso a éstos cuando la embarcación hacía agua.
El mástil se implantaba en la quilla. La zapata de carlinga se presentaba en forma de un
bloque de roble de 3´75 metros de largo, 40 centímetros de ancho y 70 centímetros de
alto (era una pieza confeccionada en madera dura, destinada a soportar el esfuerzo de
compresión ejercido por el mástil). La fogonadura es un bloque de roble de 5 metros de
largo y 1 metro de alto en su parte media, sólidamente fijado sobre cinco varengas
(pieza construida en madera dura cuya función consistía en apuntalar el mástil). El
mástil, que debía medir entre 11´15 y 12´30 metros, podía alzarse o bajarse fácilmente.
El navío disponía de poco velamen, teniendo en cuenta sus dimensiones.
La vela,
confeccionada en lana blanca con bandas rojas, iba sujeta a una verga de alrededor de
once metros. Los remos, que eran de pino, tenían una longitud que variaba entre 5´30 y
5´85 metros, teniendo en cuenta la forma del barco y la altura con respecto a la
superficie del agua. Al no encontrarse a bordo ningún banco de remo, se supone que los
marineros utilizaban sus arcas como asientos para remar. El gobernalle estaba formado
por una sola pieza de roble, de una longitud aproximada de 3´30 metros.
Sesenta y seis escudos, pintados alternativamente de amarillo y negro, se fijaban al nivel
de la tercera tabla. No tenían ninguna función militar y sólo estaba permitido colocarlos
cuando la nave se encontraba en aguas tranquilas. Se supone que eran la marca
distintiva del propietario de la nave y que desempeñaban un papel comparable al de los
emblemas pintados en las chimeneas de los barcos modernos.
Se calcula que el peso de la nave, una vez armada, debía de ser de 20´2 toneladas. Con
ocho toneladas a bordo, el calado alcanzaría 74 centímetros y, al máximo de carga, no
sobrepasaría los 92 centímetros. La nave había sido concebida para aguas poco
profundas y sin duda, no era ningún problema remontar los ríos. Los barcos que
hicieron expediciones a Europa occidental debían ser muy semejantes a la nave de
Gokstad, que parece adaptada para acciones de guerra.
Más pequeña que la de Gokstad , la nave descubierta en el túmulo real de Tune,
Noruega, carece de puente. Realizada casi enteramente en roble, es de construcción muy
robusta, con una longitud de quilla de 13´50 metros. El gobernalle, de unos dos metros
de largo, era de pino y se podía retirar. En el momento de exhumarlo, se encontró la
zapata de carlinga, de roble, y una parte del mástil, de abeto, todavía en su lugar.
Aunque también en la categoría de las karvs, la nave de Oseberg, menos marinera en su
concepción y de construcción menos robusta que la de Gokstad, parece haber sido
construida para navegar en aguas tranquilas, con una propulsión mixta de vela y remo.
La riqueza de la decoración de este barco, que aparentemente no estaba destinado a
afrontar el mal tiempo, llevó a algunos estudiosos a pensar que pudo ser utilizado como
yate por algún personaje importante. Estaba dotado de quince pares de remos de pino,
pero no tenía tapa para obstruir los orificios. La longitud de los remos era de unos
cuatro metros.
En Skudelev, en el fiordo de Roskilde (Dinamarca, cerca de Copenhague), se
descubrieron en 1962 los vestigios de cinco embarcaciones, entre ellas y por primera
vez un langskip y un knarr. Probablemente, esos barcos fueron hundidos
voluntariamente a principios del siglo XI para bloquear uno de los accesos a la ciudad
de Roskilde.
El langskip, del que sólo se ha conservado por desgracia el 20% aproximadamente, fue
construido en madera de roble y tenía una longitud de unos treinta metros. Al parecer,
podía transportar de cincuenta a sesenta personas.
Se utilizó roble, pino y tilo para el knarr que, posiblemente, se construyó en el sur de
Noruega. El armazón se conserva en un 60-70%. Destinado a transportar flete en
navegación de altura, está dotado en su parte central de un espacio abierto, que servía de
cala para las mercancías. Debido a esta disposición, sólo hay orificios para los remos en
la proa y la popa. Estas naves son más anchas y tienen mayor puntal que las de Oseberg
y Gokstad.
A finales de la era vikinga, los escandinavos construyeron embarcaciones de mayor
tamaño de las que, por desgracia, no se han encontrado vestigios. Sin embargo, se tiene
una idea bastante precisa de su eslora, ya que se ha comprobado en los navíos
desenterrados que había una separación constante de un metro entre dos bancos de
remo. En tiempo de los vikingos, se distinguían unos barcos de otros en función del
número de bancos de remo de que disponían. Por consiguiente, es posible, según el
número de bancos indicado en las sagas, calcular en unos cincuenta metros la eslora del
Ormen Lange (el Gran Serpiente), un treinta y cuatro bancos que el rey Olav
Tryggvasson hizo construir cerca de Trondheim, en 998. La nave de Knut el Grande, un
sesenta bancos, debía medir cerca de ochenta metros. Se trataba de barcos cuyas
características, absolutamente excepcionales, respondían a otras necesidades que las de
las expediciones vikingas, las cuales exigían embarcaciones más pequeñas.
La observación detallada de los navíos de la época vikinga demuestra que los
carpinteros de ribera escandinavos eran profesionales que conocían perfectamente su
oficio. Su mayor preocupación consistía en prever el aprovisionamiento de madera
necesario para ejecutar los pedidos. Lo más importante era la madera de roble, material
indispensable para construir barcos de calidad. Había que encontrar árboles de grandes
dimensiones para poder confeccionar las piezas esenciales: la quilla, la roda, la zapata
de carlinga y la fogonadura. Sin duda, durante la era vikinga abundaban los robles en
los países nórdicos, a juzgar por el número de embarcaciones que construyeron.
Diez
siglos más tarde, la situación había cambiado mucho.
Las demás piezas de gran tamaño, los mástiles y los gobernalles, planteaban menos
problemas, ya que se podía utilizar pino, más fácil de encontrar.
La madera para construir y reparar sus naves fue una preocupación permanente de los
vikingos durante sus estancias fuera de Escandinavia. La necesidad de procurarse la
madera indispensable motivó probablemente el descubrimiento de América del Norte
por parte de los vikingos groenlandeses.
Para construir los navíos, los carpinteros de ribera escandinavos disponían de las
herramientas de su tiempo. Su superioridad con respecto a los demás constructores
procedía de la técnica transmitida de generación en generación, a la que se añadía su
propia experiencia y, sobre todo, un ojo infalible, que les permitía determinar las
proporciones exactas para construir las mejores embarcaciones.
El empleo de la Vela.
El uso de la vela en Europa es muy antiguo. Los griegos y los romanos se servían de
ella en el Mediterráneo. Los barcos de la flota de los vénetos, vencidos por César en
Armórica en el año 56 a.C., estaban dotados de velas de cuero. Sabemos por Tácito que
los bátavos las usaban en el 70 d.C. Una fuente de 470 nos revela que los sajones
también navegaban a vela. Es impensable que los escandinavos, pueblo de navegantes
en contacto con el mundo exterior, ignorasen este modo de propulsión, pero no
poseemos ninguna prueba de que lo utilizasen antes de principios del siglo VIII. La vela
extendió los horizontes de la navegación de altura y la generalización de su empleo
entre los pueblos nórdicos coincide con el comienzo de la expansión vikinga.
Desgraciadamente, las velas de las naves vikingas no resistieron los embates del tiempo
y apenas se conoce nada sobre ellas, a excepción de lo que muestran las monedas, las
piedras rúnicas y el tapiz de Bayeux. De forma cuadrada, confeccionadas (se supone)
con la larga lana de las ovejas escandinavas de la época vikinga, a veces eran de color
rojo o con listas rojas o azules.
A partir del momento en que se construyeron los barcos para navegar a vela, el papel de
los remos quedó reducido al de un medio auxiliar para las maniobras y la navegación
por ríos.
Las Naves Tumba.
Los vikingos conservaron la costumbre, cuyo origen se remontaba ya a la Edad del
Bronce, de enterrar a los personajes importantes a bordo de naves arrastradas a tierra.
Incluso en los casos en que los saqueadores de sepulturas llegaron antes que los
arqueólogos, que suele ser lo habitual, debemos a esta costumbre descubrimientos
arqueológicos que suponen una contribución inestimable al conocimiento de la
construcción naval entre los vikingos, pero también de su arte y de las herramientas y
utensilios que empleaban.
En el túmulo de Gokstad, cerca de Sandefjord, al oeste del fiordo de Oslo, aparecieron
los resto de un hombre que medía alrededor de un metro ochenta y que pudo morir hacia
los cincuenta años. Padecía reumatismo y artritis crónica. Los arqueólogos piensan que
se trata de Olav Geistarda-Alf, tío de Harald el de la Hermosa Cabellera, rey de
Noruega. Se sabe que murió de "dolores de los pies". Al parecer, fue enterrado entre
860 y 870. También se descubrieron tres barcas con sus remos y los esqueletos de doce
caballos, seis perros e incluso un pavo. El mobiliario funerario comprendía cinco camas
y un tablero de ajedrez.
El túmulo real de Tune, al este del fiordo de Oslo, cerca de Fredrikstad, tiene un
diámetro de ochenta metros. La embarcación enterrada en él estaba orientada en
dirección norte-sur. La cámara funeraria albergaba los restos de un hombre y un caballo.
Ya había sido visitada y no quedaba nada del mobiliario.
En el interior del túmulo de cuarenta y cuatro metros de Oseberg, al oeste del fiordo de
Oslo, no lejos de Tonsberg, el barco estaba amarrado por la roda a un gran bloque de
piedra. Cuando se desenterró la embarcación, en 1904, los arqueólogos comprobaron
que también había sido visitada. La cámara funeraria contenía dos esqueletos. Uno
pertenecía a una mujer joven, cuya edad se situaba entre los veinticinco y los treinta
años; el otro, a una mujer de sesenta a setenta. El esqueleto de la más joven había sido
parcialmente retirado por los saqueadores de la cámara funeraria, probablemente para
robarle las joyas, lo que permite suponer que era un personaje importante, mientras que
la mujer mayor sería una sirvienta. El arqueólogo noruego A. W. Brogger piensa que
ese navío quizá sirvió de sepultura a la reina Asa, madre de Halfdan el Negro y abuela
de Harald el de la Hermosa Cabellera.
Las excavaciones permiten descubrir numerosos
utensilios caseros y los restos de cómo mínimo, diez caballos y dos bueyes.
La sepultura de Oseberg tiene un valor artístico singular, debido a la riqueza de la
decoración de la nave, el carro y los dos trineos encontrados a bordo. En la actualidad,
el conjunto se halla expuesto en el Viking Ships Museum de Bygdoy.
En Dinamarca sólo se ha encontrado una nave tumba en Ladby, al norte de Fionia, junto
al fiordo de Kerteminde. Por desgracia, las condiciones de conservación no son tan
buenas como en Noruega y sólo quedan de la nave algunos remaches, anillos de
obenque, que prueban que estaba equipada con una vela y la huella dejada en el suelo
por el casco. La nave, como las de Tune, Gokstad y Oseberg, estaba orientada conforme
al eje norte-sur. La cámara funeraria, situada a proa, había sido saqueada y sólo
aparecieron algunos restos de oro, plata, bronce, estaño, plomo y hierro, además de
almohadas y fragmentos de lona y cuero. Cerca de la proa se descubrieron restos de
caballos con magníficos arneses.
En Arby (Uppland, Suecia), en una nave tumba de la época vikinga, que había recibido
igualmente la visita de los ladrones, se descubrieron, además de algunos utensilios
domésticos, los restos de un garañón árabe y de un lebrel.
En las islas británicas, en Balladoole, isla de Man, se desenterró en un extremo de un
cementerio cristiano, a unos centenares de metros del mar, la nave tumba de un colono
vikingo.
En Francia, en la isla de Groix, a la altura de la costa bretona, se encontraron en el
interior de un túmulo los resto de un jefe y de una persona más joven. El mobiliario
funerario incluía un gran marmita de hierro, dos espadas decoradas, tres lanzas, dos
hachas, puntas de flecha, un martillo, un yunque, tenazas, dados, fíbulas y un pequeño
anillo de oro y plata.
Tales sepulturas estaban reservadas a los personajes importantes, cuya muerte celebraba
solemnemente un pueblo que no dudaba en absoluto de la existencia de un Más Allá.
Para el jefe que se había cubierto de gloria, ese Más Allá no podía ser otro que el
Walhalla, con los combates incesantes, las bebidas en abundancia y las walkirias.
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