La esencia de la Mitología escandinava, como la de todas, es el reconocimiento de la divinidad de la Naturaleza; sincera comunión del hombre con los Poderes misteriosos invisibles, cuya operación observa a su alrededor. Hay que decir que esto se opera con mayor sinceridad en la Mitología escandinava que en cualquier otra. La Sinceridad es su gran característica. Sinceridad superior (muy superior), que nos consuela de la carencia total de la clásica gracia griega, pues creo que la sinceridad vale más que la gracia. Opino que aquellos antiguos Nórdicos miraban la Naturaleza con el alma y los ojos abiertos, anhelantes, sinceros, infantiles, pero viriles, con franca sencillez, profundidad e ingenuidad, de modo confiado, amante, admirativo y sin temor. Era raza valiente y fiel. En el reconocimiento de la Naturaleza hallamos el elemento principal del Paganismo: reconocimiento del Hombre, y su Deber Moral, del que no carece, que constituye el elemento principal en las formas más puras de religión. Eso es lo que establece gran distinción y forma época en las Creencias Humanas; es el gran jalón en el desarrollo religioso de la Humanidad. El hombre entra primeramente en contacto con la Naturaleza y sus Potencias, maravillase ante ella y la adora, no comprendiendo hasta época posterior que todo Poder es Moral, que el punto importante es la distinción entre el Bien y el Mal, entre el Debes y No Debes.
En cuanto a los fabulosos relatos de la Edda creemos probable sean más recientes; quizá fueren desde un principio pasatiempos para los antiguos noruegos, fantasías poéticas. La Alegoría y la Fabulación Poética nunca son Fe religiosa, pues ésta tiene que existir anteriormente, incorporándosele la Alegoría como el cuerpo se aplica al alma. Cabe suponer que tanto la Fe noruega como las demás, era más activa durante su período de estado silente, por tener poco que decir entonces y menos que cantar.